Cuando entré por primera vez en el bar La Perla y mis ojos se acomodaron a su oscuridad de molusco, vi cómo los clientes que llenaban el bar habían girado sus cabezas y me miraban fijamente. Lentamente aquellos hombres abrieron un pasillo y dejaron libre un hueco en la barra. Sumidos en un silencio extraño,Leer más