Maclein y ParkerMaclein y ParkerMaclein y ParkerMaclein y Parker
    0
  •   fue añadido correctamente a tu cesta.
  • Inicio
  • Editorial
    • Sobre nosotros
    • Distribución
    • Foreign Rights
    • Agenda | Eventos
  • Catálogo
    • Todos los libros
    • Por colecciones
    • Descuentos
    • Autores
    • Ilustradores
    • Blogs
      • Palabra de editor
      • Piezas literarias
      • Comunidad
  • Tienda
    • En papel
    • Descuentos
    • Merchandising
    • Ebook
    • Todos nuestros productos
  • Socios
    • Donación y socios
    • Librerías e ilustradores asociados
  • Distribución
  • Contacto

Manzanas

    Inicio Piezas literarias Manzanas

    Manzanas

    Por Antonio Abad Albarrán Fernández | Piezas literarias | Esta entrada no admite comentarios | 23 septiembre, 2015 | 0

    Ha aprendido a reconocer el sonido de la vieja Berlingo, a distinguirlo de entre la maraña de ruidos que se desperezan allá abajo, en la calle aún entenebrada. Como cada mañana, pasados tan solo unos minutos de las siete y media, percibe con claridad el asmático zumbido del motor y el ruido de gomas al subir las ruedas a la acera.
    Cruza el minúsculo salón en dirección a la ventana a tiempo de ver a la pareja bajarse del coche. Él, enorme, sanguíneo, con la planetaria calva perlada de sudor a pesar de la tibieza del alba. Ella, pequeña y sonrosada, moviéndose muy despacio, diríase que con el sudario del sueño aún prendido a las ropas. Él, en cambio, hace orbitar su corpachón con una agilidad que a Miguel le sigue pareciendo sorprendente, a pesar de que hace ya casi un mes que es testigo inadvertido de las idas y venidas de ambos, de los preparativos, la limpieza del local, la colocación del rótulo… hasta que hace unos días abrieron por fin al público. El lunes pasado, cree, aunque desde que está de baja le cuesta distinguir unos días de otros.
    En el poco rato que Miguel tarda en ir a la cocina por el café y por el rosario de pastillas con las que ha de acompañar el desayuno, el gordo ya ha descargado el coche, y ha ido sacando algunos cajones – manzanas, peras, albaricoques – a la entrada del local, casi al paso de los primeros transeúntes. Comenta algo con la chica, que está plantada sobre la acera, luego sube a toda prisa al coche y se marcha. Ella queda inmóvil, la vista perdida diríase que en ninguna parte, quizá hacia la pequeña plaza en la que desemboca la angosta avenida, por donde siempre parece romper la verdadera luz del día, expulsando por fin esta bruma densa y húmeda que se levanta desde el río y que anega el barrio casi a todas horas.
    Sin dejar de mirar a la chica, Miguel va tomándose los comprimidos que ha dejado en fila sobre el alféizar de la ventana. En el riguroso orden de siempre: amarilla grande, sorbo de café, las dos verdes pequeñas, sorbo de café, blanca triangular, sorbo de café… De repente ve a la chica salir de su ensimismamiento, girarse hacia las bandejas a su espalda y coger una manzana, una pequeña y roja. Se aparta un poco el pelo de la cara, con ese gesto lánguido que Miguel le ha visto tantas veces. Frota la manzana en el mandil y luego comienza a comérsela a pequeños mordiscos, mientras sonríe casi imperceptiblemente, su rostro coloreado por el suave rubor frutal de sus pómulos, su cuerpo delgado y frágil mostrando al fin señales de vida.

    Luego la chica regresa al interior de local, Miguel ya no puede verla, pero por alguna razón no es capaz de apartar la vista de la bandeja de panel de las manzanas, y por primera vez en muchos días la orientación de sus miedos se invierte y es el salón a su espalda el que le parece una cueva inhóspita, cuya oscuridad quisiera tragárselo, y piensa que todo iría bien si pudiera tener algunas de esas bonitas manzanas en un coqueto cuenco sobre la mesa de la cocina. La calle que se despierta poco a poco, sus vecinos, el canto de los pájaros, son cosas menos amenazadoras esta mañana. Ayer intentó obligarse a sí mismo a dar un paseo, pero ese extraño temblor volvió por sorpresa y lo dejó clavado en mitad del salón. Hoy, sin embargo, casi le apetece dar una vuelta.
    Se ducha, coge ropa limpia de la cómoda y se la pone, se demora un rato en el espejo, contemplando a medida que el vaho se deshace cómo va apareciendo su rostro, la pálida piel, las greñas repeinadas, los puyones de la incipiente barba. Agita varias veces el bote de desodorante antes de aplicárselo.
    Al salir del baño comienza a silbar una canción, algo que le suena alegre, más que nada para no dejar que algo inesperado se adueñe del silencio en el último momento. Coge las llaves del mueble de la entrada y sale, decidido a estar decidido. Se decanta por las escaleras. Me vendrá bien, se dice.

    La claridad le hiere los ojos cuando alcanza la calle después de tantos días, casi no se da cuenta de que se cruza con la chica hasta que la tiene encima, y aunque quiere balbucear un saludo no le sale nada, solo la ve irse hacia la plaza y perderse luego por alguna callejuela de la zona del patronato.
    Desconcertado, más por una extraña inercia que por propia voluntad, rodea la Berlingo, que vuelve a estar frente a la tienda pero ahora bien aparcada, y se oye a sí mismo responder a la pregunta del gordo como si su propia voz le llegara desde lejos, o a través del agua: “Un kilo de manzanas”. Mientras la rechoncha mano del frutero va metiendo las manzanas en la bolsa de plástico, Miguel se da cuenta de que ya no es capaz de recordar la canción que venía silbando, necesita todos sus sentidos para hacer que el aire vuelva a entrar en sus pulmones. Dos gotas de sudor truenan al caer al mostrador desde la cabeza del gordo, Miguel quiere decirle que pare, que deje de echar manzanas en la bolsa, se da cuenta de que en realidad no son tan rojas, todas tienen un parche amarillo que les da un aspecto enfermo. Las siente pudrirse dentro del plástico.

    En su apresurado regreso a casa, camina sujetando la bolsa lejos de sí. Sabe que están ahí. Los gusanos. Royendo la fruta. Insaciables. Abriéndose paso a través de la dulce y jugosa pulpa, segundo a segundo.

    Por José Antonio Millán Márquez. 

    José Antonio Millán Márquez, La frutería de abajo, Relato

    Maclein y Parker

    Maclein y Parker es una editorial sevillana independiente que empieza su recorrido en 2013, fruto del compromiso de los dos socios que la componemos con el mundo de la cultura en general y de la literatura en particular.
    Nuestra intención ha sido desde el principio dar a conocer a nuevos talentos de las letras que no tienen oportunidad de acceder al mundo editorial y también reconocer el valor de quienes escriben movidos por ese mismo compromiso.

    Accesos rápidos

    NUESTRA EDITORIAL
    Sobre nosotros
    Distribución
    Derechos internacionales
    Agenda de eventos

    NUESTRO CATÁLOGO
    Nuestros libros
    Las reseñas de prensa de nuestras obras
    Nuestros autores
    Nuestros ilustradores

    CONTACTA CON NOSOTROS
    Contacto

    Compra nuestros libros

    NARRATIVA
    Colección Taiga

    TEXTOS ILUSTRADOS
    Colección Clemátide

    POESÍA
    Colección Mirto
    Colección Mirto Selección

    ENSAYO
    Colección Alerce

    REVISTA
    Telegráfica

    DESCARGA DIGITAL
    Disponibles en EPUB y Kindle

    Merchandising

    Nuestro blog

    Palabra de editor
    Piezas literarias

    Nuestra comunidad

    Copyright 2020 Maclein y Parker - Todos los derechos reservados | Términos y condiciones de compra | Politica de cookies | Politica de Privacidad
    • Inicio
    • Editorial
      • Sobre nosotros
      • Distribución
      • Foreign Rights
      • Agenda | Eventos
    • Catálogo
      • Todos los libros
      • Por colecciones
      • Descuentos
      • Autores
      • Ilustradores
      • Blogs
        • Palabra de editor
        • Piezas literarias
        • Comunidad
    • Tienda
      • En papel
      • Descuentos
      • Merchandising
      • Ebook
      • Todos nuestros productos
    • Socios
      • Donación y socios
      • Librerías e ilustradores asociados
    • Distribución
    • Contacto
    Maclein y Parker
      0 items

    Utilizamos cookies propias para el correcto funcionamiento de la web y de nuestra tienda online. Puedes obtener más información y .

    Maclein y Parker
    Esta web cumple con la RGPD usando  GDPR Cookie Compliance
    Resumen de privacidad

    Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.

    Cookies estrictamente necesarias

    Las cookies estrictamente necesarias tiene que activarse siempre para que podamos guardar tus preferencias de ajustes de cookies.

    Si desactivas esta cookie no podremos guardar tus preferencias. Esto significa que cada vez que visites esta web tendrás que activar o desactivar las cookies de nuevo.